Mi columna de opinión en EL TIEMPO, febrero 28 de 2016
¿Cada cuánto cocina? Cambio la pregunta: ¿con qué frecuencia ve programas de cocina? O ¿cuántas de las recetas de Tasty, Sabores, Tastemade y otros más que circulan en las redes sociales ha preparado? ¿A cuántos cocineros que comparten sus recetas en Instagram sigue? No deja de sorprender el boom mediático de la gastronomía, donde los secretos culinarios se están revelando. Por ejemplo, hace un tiempo, el volcán de chocolate era el postre de moda en los restaurantes top, todo un descreste. Hoy, gracias a estos sitios, se puede preparar fácilmente en casa. La premisa del célebre chef Gusteau, en la película ‘Ratatouille’, ‘cualquiera puede cocinar’, es una realidad.
Grandes chefs, como Jamie Oliver, se han dedicado a pregonar por el mundo la importancia de cocinar, de dejar a un lado los alimentos procesados, etc., y de inculcar hábitos saludables en la alimentación de la familia, en especial de los niños. ¿Que adónde voy con todo esto? En estos días estuve ojeando el libro Cooked, del periodista y autor estadounidense Michael Pollan, del cual se acaba de estrenar una serie en Netflix, y él dice que hoy en día las personas gastan más tiempo viendo cocinar en televisión e internet platos que literalmente no se van a comer, en lugar de usarlo para practicar preparando sus propios alimentos. Se me ocurre hacer un paralelo y en resumen concluir que se trata de pura pornografía culinaria, vemos y aprendemos lo que nunca vamos a experimentar y simplemente quedamos satisfechos con el antojo. Es una lástima, porque creería que todas estas herramientas de la tecnología que nos acercan a un supuesto mejor comer no están cumpliendo con este objetivo, sino todo lo contrario; seguimos pegados al celular, al computador, al televisor, siendo sedentarios, comiendo mal y, como dicen, ‘dejando el gustito de comer mejor’ para otro día’.