Mi columna del 27 de Diciembre de 2014 en EL TIEMPO
Por esta época del año, el auge de pavos es monumental, ya que es uno de los preferidos a la hora de festejar Navidad y Año Nuevo. Como en mi caso, muchos hogares tienen que celebrar al menos dos veces cada una de las fiestas, por lo que en diciembre nos la pasamos comiendo pavo –y me refiero al ave, no a la penosa experiencia de que nadie lo saque a uno a bailar–. ¿Qué por qué pavo? ¿Por esnobismo?, ¿moda?, ¿falta de identidad gastronómica? Vaya uno a saber en qué momento adoptamos esta tradición; lo cierto es que es habitual en muchas mesas colombianas.
Sin ánimo de que me tilden de grinch, deben saber que no soy las más ferviente admiradora de estas fechas y creo que tiene que ver, precisamente, con el exceso de consumo de este animal. Cabe aclarar que hornearlo entero tiene su misterio, ya que los tiempos de cocción para cada una de sus partes son diferentes y sucede que en muchas ocasiones, cuando las piernas están cocidas, la pechuga ya se pasó de punto, quedando seca y rejuda y difícil por lo mismo de ingerir. Para no arriesgarse ni fracasar en el intento, algunos van a la fija, comprando esta última, que por demás es de carne tierna y blanca y un poco más fácil de cocinar, cortar y servir. Confieso que mi mayor terror del fin de año se lo debo precisamente a la pechuga, la cual me parece bastante insípida, desabrida y sin mayor interés culinario, tanto así que es la recomendada por los dietistas, ya que no tiene ni grasa, que es la que aporta sabor, y, con el fin de encontrarle algo de gusto, debe ser bañada con todo tipo de salsas dulces o saladas, que siempre han de ser excepcionales. En pocas palabras, la susodicha es sosa, aburrida y sin ningún tipo de sex appeal, y como dicen por ahí: sabe a lo que le ponen –qué me perdonen mis amigos, tías y demás parentela que se esmeran sirviéndola–. Curioso que se celebren fechas tan alegres con tan insulsa preparación.
Y cómo ya se viene el año nuevo, propongo darle un giro al menú, ofreciendo por ejemplo gallinas criollas o pollos sazonados con sabores muy nuestros, y si son campesinos aún mejor. O si se quiere seguir con la onda del pavo, ¿qué tal una pierna por comensal? Estas tienen mucha más personalidad y sabor. Tratemos de salir de los lugares comunes, ofreciendo platillos más apetitosos y originales; eso si, cargados de mucho amor, y listo el pollo.
De postre
Deseo que para el 2015 se animen a cocinar más en casa. Felices fiestas.