Hoy usted ejercerá el derecho al voto y lo hará de manera responsable, consciente, juiciosa y sin presiones. Amanecí optimista, quiero pensar que todos votamos así. Por tal razón, la opinión que acá comparto, va dirigidas y sin distingo de partidos e ideologías, a aquellos que han postulado sus nombres para ser elegidos como alcaldes, gobernadores, concejales y demás; a quienes llevan meses pregonando sus propuestas, hasta en las regiones más apartadas y abandonadas del país.
Señoras y señores: quiero creer, que cuando hablan de las políticas de alimentación para con los niños y la tercera edad, estas serán hechos reales y no promesas. Quiero creer, que le darán prioridad a la ejecución, a la transparente contratación y al seguimiento honesto de las mismas. Recuerden que estoy optimista y por tal razón, sueño con que la palabra hambre, sea erradicada del día a día de todos los colombianos. Quiero creer, que en las escuelas, los colegios y demás instituciones educativas públicas, los menores comerán rico, nutritivo y balanceado y quedaran satisfechos. Ellos, que son el futuro, tendrán un sano y normal desarrollo tanto física como intelectualmente. Y nuestros viejos, podrán dormir, sonreír y pasar sus días con el estómago lleno. Imagino un país, una Colombia, donde se aproveche la riqueza y la despensa de los campos, mares y ríos, para alimentar a la población más vulnerable y desprotegida. ¿Y qué tal, si además se logra, que sea mínimo el desperdicio de alimentos?
Fantaseo abriendo los periódicos y revistas, viendo los noticieros y oyendo a los ‘Julitos’, donde el pan de cada día no sean los casos de robo y corrupción en los contratos de refrigerios y alimentación. Pero sigo soñando y esperando, que se disminuirán, no a sus justas proporciones como decía un célebre político, sino casi en su totalidad, las cifras de personas, particularmente de niños desnutridos o de aquellos que literalmente mueren de inanición. Estimados gobernantes, los ciudadanos del común estaremos atentos y mirando con lupa, su sincera preocupación y ejecución en este vital tema, que es por demás un derecho básico y por lo tanto debe cumplirse sin escatimar recursos. No solo de pan vive el hambre y mucho menos de palabras.
Salgo entonces a votar, buen provecho.
De postre: Por endulzar la vida de los colombianos, mi gratitud y feliz descanso, a don Olimpo López, creador del Chocoramo.