Mi columna del Domingo 27 de julio de 2014 en EL TIEMPO
Uno de los recuerdos más amargos que tengo de la infancia, relacionado con la comida, es el de la ensalada de remolacha con mayonesa. Tengo en mi memoria, tan presente como si fuera hoy, su textura sobrecocida, que me mortificaba en cada bocado, y durante mucho tiempo la rechacé. Confieso que hasta hace poco nos reencontramos, gracias a las ricas formas de preparación que ofrecen en las cartas de restaurantes, no solo en Colombia, sino en el mundo, por donde victoriosa se pasea.
Ella, tan despreciada, maltratada, abandonada e incomprendida, supo sobresalir con orgullo y pasar de ser usada como el popular acompañamiento de los almuerzos caseros y ‘corrientazos’, a convertirse en un auténtica delicia culinaria. Amerita no solo las letras de este texto, sino la admiración de todos sus detractores. Merece ser rescatada y darle un puesto de honor en nuestras mesas, no solo por sus múltiples beneficios para la salud, sino porque su sabor es de una delicadeza indescriptible, donde el dulce y el salado no tienen límites y se complementan a la perfección en esta maravilla de la naturaleza. ¿Y qué decir de su color? Púrpura profundo, único y seductor, con tanta personalidad y fuerza que pigmenta todo lo que toca, mostrando que está presente y que es inolvidable.
Su origen es muy antiguo y llegó a nosotros desde África, Asia y Europa con la conquista de América. La remolacha también hace parte importante de la historia universal, por ejemplo, en tiempos de guerra, cuando el emperador Napoleón ordenó su cultivo en Francia para procesarla y convertirla en azúcar. Hoy en día, así se sigue usando en muchos países.
A vuelo de pájaro les comparto unos secretos para prepararla en forma apetitosa. Jamás se debe cocinar en exceso; debe quedar siempre al dente. Se puede asar en el horno con aceite de oliva y vinagre balsámico y servirla con queso azul, un verdadero manjar. También cruda y cortada en láminas delgadas con un chorrito de aceite, sal y pimienta, queda muy sabrosa. Licuada con jengibre, manzana, limón y hielo es una nutritiva y energética bebida para arrancar la mañana.
La remolacha se ha ganado una segunda oportunidad y debemos reelegirla para que se posesione como el nuevo ingrediente de nuestra cocina. Me tiene enamorada.
De postre. Descubrí un restaurante en Mesitas del Colegio al que vale la pena darse el paseo. Se llama Mestizo Cocina de Origen.
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