Mi columna del domingo en EL TIEMPO, publicada el 29 de Junio de 2014
Gracias a la moda culinaria que viene de un tiempo atrás, en muchos restaurantes sirven el tan afamado menú de degustación, el cual debo confesar me aburre profundamente. Me gusta la comida servida de forma generosa, al centro de la mesa, para compartir. O donde tenga la capacidad de escoger lo que me apetece. Me gusta saborearme con cada mordisco, llegando al clímax total, hasta que se me haga la boca agua. Solo así, es cuando puedo saber a ciencia cierta, si tal o cual restaurante me gusta, o si la sazón del chef me convence, o si es un sitio al que definitivamente volveré.
Este menú, consiste en pequeños bocados, servidos en diferentes pasos, durante la cena o almuerzo. En algunos casos llegan a ser 30 o más y en otros pueden variar entre 8 y 10, todo depende de cada cocinero. Parte importante a la hora del servicio es la explicación que generalmente el mesero recita, sin titubear, porque cada descripción puede parecer un poema en el que se pretende antojar (descrestar?¿) al comensal. En algunas ocasiones es tan larga que se demoran más explicando, que lo que tarda el cliente en engullirlo. Pueden tildarme de ignorante, de retro y cero vanguardista, pero a mi me da sueño y me entra el desespero aguardando la llegada de cada minúsculo platillo. Lo lamentable es que en la mayoría de los casos, cada uno tiene mucho trabajo, destreza, experiencia, técnica, creatividad y magníficos ingredientes, que a la final no logran ser captados por el cliente, y muy pocos quedan grabados en su memoria.
Entiendo que la idea, es que se puedan disfrutar diferentes preparaciones sin tener que conformarse con una sola, generando diversas sensaciones en las papilas gustativas, viviendo así ,una experiencia gastronómica memorable, que estimule todos los sentidos. Porque valga aclarar, fieles a la idea de que todo entra por los ojos, cada plato viene servido y decorado con esmero, verdaderas piezas de arte, dignas de fotografiar y compartir en Instagram. Hablando a carta blanca, he probado varios menús ricos, bien preparados y diseñados por cocineros que admiro, pero que no me dejan con ganas de repetir y como decimos vulgarmente los doy por “chuliados”. En varias ocasiones he quedado con hambre y con el bolsillo averiado.
Pero como entre gustos no hay disgustos, que cada quien coma como más le guste, y que el disfrute de la buena mesa, sea un verdadero e inolvidable placer. Buen Provecho.
De postre: Tres palabras EXXUS OYSTER BAR, y dejarse atender por su chef Jair Melo
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Para los que no saben de que estoy hablando, les comparto este video de 60 segundos, de un menú de degustación:
Divino no? ¿apetitoso? no lo sé
Tienes toda la razon Margarita, no me imagino entregandole un petalo de una rosa a una dama, si puedo hacerle merecedora de toda la belleza de la flor. Y como diria el gran Paul Bocuse “Nada en el plato y todo en la cuenta”
Ese tipo de restaurantes se convirtieron en famosos por la comida fusión, pero que tumbis tan grande.