Mi columna de opinión publicado el Domingo 24 de Noviembre de 2013 en EL TIEMPO
Mi nuevo plan es ir a los supermercados a ver qué cosas nuevas e importadas están llegando. Puedo pasar horas en sus corredores, antojándome con ingredientes que he oído o probado en viajes o restaurantes. Me encanta la globalización, donde las fronteras y distancias cada vez son más cortas, especialmente en términos culinarios. Es rico descubrir nuevos sabores que no se producen en el país, y que son una auténtica novedad.
No obstante, sigo siendo fiel a los alimentos locales, producidos en la tierra, y abogo por el consumo de estos. No soy fanática del nacionalismo. Acepto que por el mero hecho de que ciertos ingredientes sean colombianos, no significa que sean los mejores. Lo que sí considero inconcebible es que se descuide la industria nacional, otorgando los mejores beneficios y prioridades al producto extranjero.
A ojo cerrado, defiendo y pongo la cara por estos alimentos colombianos:
–El ajo criollo, si bien no es de dientes tan grandes como el importado de China –que se consigue en la mayoría de almacenes de cadena–, es de un increíble sabor, sutil, y no produce indigestión, ni deja un nomeolvides eterno en el paladar.
–El queso Paipa es el único queso nacional con denominación de origen, esto significa que no se puede llamar así a otro que se le parezca o que sea producido en otra región, garantizando y protegiendo su calidad. Es perfecto no solo por su sabor y textura, sino porque también es ideal para diversas preparaciones, como sándwiches, ensaladas y hasta de postre, con bocadillo.
–La cebolla larga o junca, que se siembra principalmente en campos boyacenses, es irremplazable y no tiene comparación. Montones de familias campesinas viven del cultivo de esta delicia tan colombiana.
–Las naranjas, manzanas, ciruelas y duraznos. No hay duda que las frutas cultivadas en el país son de mejor sabor, más intenso y gustoso. Aunque su look puede no ser tan perfecto, tan brillante y rozagante, son más dulces y jugosas que las importadas.
Al momento de hacer mercado, no solo se deben tener en cuenta el precio, y la calidad; es importante también dejar a un lado el “esnobismo culinario” y animarse a comprar y probar los ingredientes nacionales. Garantizo que más de uno se sorprenderá.
De postre: en el segundo piso de un viejo edificio en la 86.ª con 14, en Bogotá, escondida del bullicio de la zona, está la Bizcochería Les Amis. Hay que pedir la torta Sánchez, campeona.
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