Por Margarita Bernal para la revista Cocina Semana edición Agosto 2013
En la búsqueda de una mejor calidad de vida, y una dieta saludable y equilibrada, los alimentos funcionales mandan la parada.
Las investigaciones realizadas en los últimos años, sobre la ciencia de la nutrición, se han concentrado en la búsqueda e identificación de aquellos componentes que ofrecen la posibilidad de mejorar las condiciones físicas y mentales, y que al mismo tiempo ayuden a eliminar el riesgo de contraer enfermedades.
Si bien muchos alimentos como las frutas, verduras, granos, lácteos y proteínas contienen importantes dosis de nutrientes, la industria ha desarrollado nuevos producto fortificados, conocidos como alimentos funcionales, benéficos para la salud. Los yogures con pro bióticos, los aceites con omega3, la leche con adición de calcio y vitaminas, entre otros, forman parte de esta nuevo y rentable mercado.
ALGO DE HISTORIA
El médico griego Hipócrates dijo: “Qué el alimento sea tu medicina y la medicina tu alimento”. Encontrar en la comida un valor curativo y medicinal viene de mucho tiempo atrás. China fue el primer país en mencionar los alimentos funcionales. Sin embargo fue en Japón durante los años ochenta donde se adelantaron investigaciones que dieron como resultado este nuevo tipo de alimentos. Las autoridades del país del sol naciente querían garantizar a los adultos mayores un aumento de esperanza de vida y una mejora en su calidad.
De esta forma en la era moderna, ya no solo se habla de los alimentos que naturalmente aportan beneficios para el organismo, sino de aquellos industrializados a los que se les agregan toda clase de nutrientes. Hoy 30 años después los supermercados del mundo están inundados con estos novedosos productos , cuyo único fin es mejorar la salud y prevenir el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, cáncer y osteoporosis, entre otras.
El efecto favorable de los alimentos funcionales puede ser recomendable siempre y cuando sean parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable.
Según Evelyn Gritz, nutricionista y dietista, la mayoría de los alimentos ya son funcionales por esencia natural (zanahoria, tomate, pescados, té), pues contienen nutrientes y componentes que respresentan un beneficio. No obstante, los alimentos funcionales que se consiguen en el mercado podrían potenciar el bienestar o ciertas respuestas fisiológicas a nivel orgánico por su efecto protector, aunque no está garantizado que cubran totalmente las cantidades de proteínas, carbohidratos, grasas, minerales o vitaminas que el cuerpo necesita. Por esto Gritz insiste en que dichos alimentos “no son milagrosos” y que a la hora de elegir es importante tener criterios como la marca y la claridad en la información que se encuentra en el rótulo del producto.
Estas son algunas de las observaciones que nos hace Gritz
¿Los alimentos funcionales sí satisfacen las necesidades nutricionales de las personas?
No necesariamente. Estas están influidas por varios factores: género, edad, estado de salud, talla, peso, nivel de actividad física, entre otros, que por lo general se suplen mediante una dieta equilibrada y rica en variedad de alimentos. Los alimentos funcionales podrían potenciar el bienestar o ciertas respuestas fisiológicas a nivel orgánico por su efecto protector, pero no garantizan que se cubran los requerimientos de proteína, carbohidratos, grasas, minerales o vitaminas.
¿Tienen efectos secundarios o pueden ser perjudiciales para la salud?
Los alimentos funcionales son muy seguros. Por ejemplo el caso de los lácteos añadidos con bacterias benéficas para el organismo (probióticos), estas provienen de cepas que no producen efectos secundarios para el humano, y que por el contrario, aportan muchos beneficios.
Si su consumo se hace responsablemente dentro de una dieta normal (vigilando siempre el rotulado de los mismos con las respectivas declaraciones en salud y la lista de ingredientes), acompañado de una alimentación equilibrada, variada y balanceada, y su ingesta no está contraindicada por un especialista, no representan mayor riesgo para la población y por el contrario podrían atribuir grandes beneficios, dado que maneja niveles de nutrientes en rangos seguros para la salud.
¿Por qué necesitamos consumir alimentos funcionales?
La mayoría de alimentos ya son funcionales por esencia natural (zanahoria, tomate, té, pescados) pues presentan nutrientes o componentes que van a representar un beneficio adicional a la salud del consumidor, sin necesidad de ser añadidos mediante la industria.
Si el comprador desea adquirir alimentos enriquecidos frente a otros, es importante que sea su decisión, pero basada en una educación previa para que este entienda que dichos alimentos “no son milagrosos”, que muchas veces por desinformación es el concepto errado que se tiene de dichos productos. Es importante que de hacerlo haya un criterio de base (necesidad de un mayor aporte en la dieta de calcio, omega-3 o fibra, por ejemplo), que se elijan marcas fiables y que la información contenida en el rótulo sea clara.
¿Cuál es su recomendación como sobre al consumo de dichos alimentos funcionales?
Siempre y cuando sea parte de una dieta equilibrada y se acompañe de estilos de vida saludable, el efecto beneficioso podría ser deseable y recomendable.
El comprador por su parte debe cerciorarse de la información contenida en el rótulo de los alimentos, leer las declaraciones de salud en las etiquetas y comparar entre un alimento y otro, buscando concordancia entre estas y el contenido nutricional expresado en las tablas respectivas. La industria debe hacer sus esfuerzos para garantizar que esta sea cierta, mas no engañosa o confusa.
BENEFICIOS QUE TIENEN ALGUNOS COMPONENTES DE LOS ALIMENTOS FUNCIONALES
Probióticos: son microorganismos vivos que permanecen activos en el intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos. Ingeridos en cantidades suficientes, tienen efectos muy beneficiosos, como contribuir al equilibrio y funcionamiento intestinal y potenciar el sistema inmunitario. permiten un mejor metabolismo de nutrientes, destruyen microorganismos dañinos y fortalecen el sistema inmune.
Prebióticos:son sustancias no digeribles que estimulan el crecimiento y la actividad de bacterias propias del intestino.
Ácidos grasos Omega 3: son esenciales ya que el organismo humano no los puede fabricar a partir de otras sustancias. Pertenecen al grupo de los poliinsaturados, o grasas saludables. Se encuentran en alta proporción en el atún y el salmón entre otros, así como en las nueces. Entre sus efectos beneficiosos se destaca la función de proteger de enfermedades cardiovasculares y su capacidad de disminuir los niveles de triglicéridos.
Esteroles vegetales: También conocidos como fitoesteroles, con compuestos que presentan una estructura similar a la del colesterol, pero a diferencia de éste, son de origen vegetal. Ayudan a reducir el colesterol malo de la sangre.