balzac

El gran novelista francés Honorato de Balzac, (Tours, 20 de mayo de 1799 – París, 18 de agosto de 1850), autor de La Comedia Humana, disfrutaba tanto de la buena mesa, que hasta en su obra se podía saborear este placer ya que en varios de sus textos hay detalles en los que explica las comidas de sus personajes principales. En muchas ocasiones, describía escenas en las que narraba los placeres culinarios que él más disfrutaba. Uno de estos es Lucien de Rubempré, -gran protagonista de La Comedia Humana- quien recién llegado a París, va al lujoso restaurante Véry donde come ostras, pescado, macarrones y frutos, todo generosamente acompañado por una botella de Bordeaux. Y cuenta que la cena le costó 50 francos. Véry era una de los restaurantes favoritos de Balzac. Otro personaje que eran un auténtico gastrónomo era el padre Rouget de La Rabouilleuse, quien tenía la teoría de que una tortilla era más delicada si las yemas y las claras se batían por separado.

En su libro El Primo Pons, no solo describe como subía hasta el octavo piso, el aroma del estofado que preparaba la portera, sino que también explica la receta: Doraba en mantequilla fundida cebolla finamente cortada a la que añadía una cucharadita de harina. Unía luego con dos cucharadas de vinagre y otras dos de vino blanco, completando con un poco de caldo hasta que todo quedaba cremoso. Ponía luego esa crema en un plato hornero y allí disponía rodajas de buey hervido. Lo recubría todo con la cebolla rehogada y encima, ponía pan rallado con una pelotita de mantequilla. Lo introducía finalmente en el horno y lo dejaba gratinar dulcemente. Antes de servido, lo adornaba con unas hojitas de perejil bien fresco.”

Se cuenta que en una ocasión el novelista invitó a cenar a su editor Werdet al Véry, para festejar que había terminado un libro. Werdet cuidaba mucho la salud por padecer de problemas hepáticos y era muy sobrio a la hora de comer y beber. Balzac en cambio, devoró un centenar de ostras, doce costillitas de cerdo, un pato a los nabos, un par de perdices asadas, un lenguado de Normandía, varios entremeses, peras, café y licores. Al final de la comida, Balzac le preguntó a Werdet si tenía dinero para pagar la cuenta que ascendía a 62,50 francos. Éste sacó de su bolsillo una moneda de 5 francos, y Balzac la dejó como propina. El novelista tomó la factura, escribió algo en la parte inferior, y dijo a Werdet que salieran.  Fuera del restaurante, el editor le preguntó “¿Qué has escrito?”. Balzac respondió: “mañana lo sabrás”.

Al otro día, un empleado de Véry fue a la oficina del editor con la factura.Según parece la nota decía que “El señor editor Werdet sería feliz si le cobraba al día siguiente en su oficina”.

En 1830, Balzac publicó un estudio sobre los excitantes modernos y en este encontramos un texto llamado la Fisiología Gastronómica.  No es extraño entonces encontrar tantos restaurantes en el mundo llamados en honor a esta gran escritor.

Veamos algunos apartes de este suculento tratado dedicado al comedor y al glotón:

“Principios generales: todos los hombres comen; pero son pocos los que saben comer. Todos los hombres beben; pero aún son menos lo que saben beber. Hay que distinguir los hombres que comen y beben para vivir de los que viven para comer y beber.Hay infinidad de matices delicados, profundos, admirables entre estos dos extremos. ¡Mil veces feliz aquél a quien la naturaleza ha destinado a formar el último eslabón de esa gran cadena! ¡Sólo él es inmortal!

“El sujeto menos estimable de la gastronomía es sin duda el glotón; come… come y come sin parar… y sin método, sin inteligencia, sin sutileza; come, porque tiene hambre, porque siempre tiene hambre.”

“El glotón ignora el principio elemental de la gastronomía, ¡el arte sublime de masticar!”

“!Anfitriones cuya mesa está siempre bien servida, desconfiad de ese depredador! Devorará su comida sin hacerle honor, sin opinar si está buena o mala: ¡oh sangrienta ofensa!”

“El hombre comedor, aunque colocado a un nivel gastronómico inferior, ocupa sin embargo un lugar más honorable que el glotón: tiene menos defectos, pero esta dotado de escasas cualidades. No come para vivir, pero tampoco vive para comer.”

Y en otro texto sobre el café  Balzac dice:

“Mucha gente atribuye al café el poder de otorgar ingenio; pero todo el mundo puede comprobar que los aburridos aburren aún mucho más después de haberlo ingerido”.

“El estado que se alcanza con el café, tomado en ayunas y condiciones magistrales, produce una especie de nerviosa vivacidad que recuerda la de la ira: aumenta la capacidad de hablara, los gestos expresan enfermiza impaciencia; se quiere que todo funcione a la velocidad de las ideas; se está atolondrado, iracundo por tonterías, se llega al carácter variable del poeta que tanto acusan los charcuteros; se atribuye a los demás el mesimo estado de lucidez de que se goza. Un hombre esclarecido debe evitar mostrarse en público, o dejar que otros se le acerquen”.