Columna publicada en la revista Avianca Mayo 2013. Por Margarita Bernal.
“Doctor si me deja tomar este tequila le prometo no beber en mi funeral” Frida Kahlo
Irreverente, comunista, política, celosa, brillante, autosuficiente, bisexual, sufrida y extremadamente talentosa. Todo esto y más se ha dicho de la gran Frida Kahlo, pero de lo que poco se ha hablado es de su pasión alterna a la pintura: la cocina. Esta gran mujer se sentía orgullosa de sus raíces y ancestros mexicanos, elementos reflejados, no solamente, en su obra y forma de vestir, sino además en la comida.
Estuvo casada con el muralista Diego Rivera, goloso, glotón y de carácter fuerte. Frida aprendió de la mano de la exmujer de Rivera, Lupe Marín, las recetas tradicionales para consentir a su amado y aquietarlo, cuando le daban sus famosas rabietas. Adoraba atender a sus múltiples amigos y cómplices de la política, el arte y la vida, como el revolucionario ruso León Trotsky, la fotógrafa Tina Modotti y la cantante Chavela Vargas, entre tantos otros.
Le encantaban las fiestas populares, fueran profanas o religiosas, y para celebrarlas no podía faltar tequila ni comida. Una de las fechas que más disfrutaba era la del día de los muertos en noviembre, y ahí sí que se esmeraba para atender y agasajar a la señora muerte, -que, por cierto, la cortejó permanentemente durante su vida-. La casa se llenaba de actividad y las cocinas no paraban, durante la creación de las ofrendas para los difuntos de la familia. Frida hacía personalmente las compras de los ingredientes y la calaveras de azúcar en el mercado de la Merced, para preparar los platillos y decorar la mesa. El menú consistía en pan de muerto, tlacoyos de maíz morado –sus preferidos-, variedad de moles y tamales, torrejas, pipián, calabazas, atole y muchos más. Reinaba la abundancia.
Para Frida la vida no estaba completa sin la comida mexicana, y cocinarla era parte de su forma de amar, así como de aliviar los dolores de cuerpo y alma. La comida era la medicina para alegrar su espíritu y el tequila el elixir del olvido. “Bebo para olvidar, pero ahora… no me acuerdo de qué”, decía.
Gracias Margarita, es hermoso lo que has escrito. Frida y Chabela, mis dos grandes amores
Rodolfo
Siempre tan atinado tu comentario. Felicidades.