Por Annabel lee
Por fuera parece una casa normal, y si no estuviera pintada de naranja y amarillo, seguramente pasaría desapercibida, puesto que se encuentra ubicada en la esquina de una zona decadente, rodeada de bares y tiendas de las que salen ruidosos vallenatos. Pero una vez se entra nos traslada al país de los colores, los aromas, los chiles y la tradición gastronómica: México. Se dice que uno puede viajar a ese país y durante los 365 días del año saborear un plato regional diferente. Y tal vez esto es lo más maravilloso que tiene México, respeto y amor por su cultura, por sus antepasados y por sus ingredientes; precisamente es lo que Miriam Gelvez, hace en su restaurante Casa Mexicana.
Para muchos de nosotros los tacos, las quesadillas y el guacamole, son el único contacto con el mundo gastronómico de México y pare de contar. En la Casa Mexicana usted puede sorprenderse y encontrar platos con nombres tan extraños como Caldo Tlalpeño, Itacates, Chalupas, en las que pareciera más estar hablando con un ancestro maya que con el mesero de un restaurante, y es que Miriam fue “importada” desde México por la embajada de este país en Colombia, con la ingeniosa de idea de promover su cultura a través del paladar. Fue así como en la llamada Casa de la Cultura de México, ubicada en ese entonces en lo que hoy es Atlantis, el centro comercial, había un espacio dedicado a las artesanías, los libros, las artes y la música mexicana, pero en el que era muy fácil distraerse por el llamado de los aromas a especias, chiles y tortillas de maíz que salían del cuarto del fondo; el restaurante. Esta casa fue cerrada, pero los fervientes fans de Miriam, quedamos muy agradecidos con ella, porque se enamoraró de este país y decidió quedarse para abrir su propio restaurante mexicano.
Una de mis pasiones son los chiles y sin duda este es el sitio ideal para disfrutar platos con el picante justo, en esto tengo que admitir que Miriam se ha “colombianizado” puesto que es difícil salir “enchilado” con sus platos, más bien ella aprovecha y resalta el sabor de cada uno en sus recetas, como lo pude comprobar en mi última visita. De entrada ordenamos unas Tostadas Mixtas. Dos tortillas de maíz doradas en aceite, con jugosa carne de res en trocitos, cocinada con cebolla y pimentones, coronada con tiritas de lechuga, queso rallado y crema de leche, y por supuesto la infaltable salsa roja, que en esencia es una mezcla de tomates rojos, ajo y chiles tradicionalmente triturados en molcajete, un mortero de piedra vólcanica, lamentablemente sustituido hoy en día por la licuadora. Fue el perfecto abrebocas, y acompaña de maravilla el clásico coctel Margarita, personalmente no me gusta frappé sino con el hielo en trocitos, acá ofrecen las dos opciones. Es perfecta su preparación con tequila Souza blanco, pero como la política de la casa es, no más de tres por comensal, porque a Miriam no le interesa que sus clientes salgan caminando “como arañas fumigadas”, nos inclinamos por seguir ordenando de la carta. El servicio es muy eficiente y generalmente no hay demoras en la salida de los platos, manejan los tiempo necesarios entre uno y otro. Decidimos entonces irnos por los Tlacoyos, una especie de empanadas de tortilla, rellenas de frijol refrito, servidos con chorizo picado y tostado, sobre una salsa de chile roja, sublimes. En este va y viene de aromas y placer se escucha en el fondo, entre el murmullo de la gente, a Javier Solis y su mariachi, es el maridaje perfecto.
Aunque el día estaba soleado, y la temperatura del cuerpo algo subida por el efecto del tequila, es irresistible la tentación de pedir una de las tres sopas que tienen en la carta, así que decidimos irnos por la clásica sopa de tortilla y por un caldo Xochitl. De la primera se puede decir que hoy, se ha vuelto tan común que hasta en restaurantes especializados en pizza la tienen, pero les garantizo que ninguna está preparada como Dios manda, con epazote, una planta con poderes medicinales y usada como condimento por los aztecas, desde antes de la conquista; y en la Casa Mexicana, les quiero contar que si la usan, no estoy segura si se consigue en Colombia, o la traen como muchos otros ingredientes, con el fin de respetar las preparaciones tradicionales mexicanas. Esto sería para nosotros el equivalente a cocinar un ajiaco sin guascas, imperdonable.
El caldo xochitl es la mezcla perfecta de consomé de pollo, con pechuga desmechada, aguacate, tomate, cebolla y cilantro, con un chorrito de jugo de limón y rodajitas de chile verde. Ya a estas alturas imaginamos que comer más era imposible, las porciones son generosas y por eso me gusta ir acompañada de golosos comensales, así podemos compartir y pedir más antojos.
Hablando de la carta, esta no es muy grande, pero lo suficientemente variada para probar diferentes recetas mexicanas, tal vez su mayor problema es que no tiene una descripción de los platos, y con nombres como alambre y pollo, o pescado a la veracruzana entre otros, es imposible ordenar sin la ayuda y guía del mesero. Me gustaría encontrar además la región de la que es cada una de las preparaciones, y por supuesto de esta manera ordenar no sería tan complicado.
Me gusta tomarme mi tiempo escogiendo mis antojos del día, pero si tengo que tener al mesero “parqueado” al lado mío para poder decidir, cuando me da la ultima descripción de un plato, ya no me acuerdo del primero y ahí se me complica la situación, veo además a otros clientes alzando la mano llamando insistentemente al mesero, es tanta la presión que me apresuro en ordenar. Es una tranquilidad que la comida en este restaurante no tiene pierde, todo es rico y bien preparado pero es una lástima que fallen en el diseño de la carta, en ese momento es cuando me doy cuenta que definitivamente nos sentimos en México, porque no está escrita pensando en los colombianos.
Para rematar este rico almuerzo compartimos unos Chongos Zamoranos, que es un dulce de leche cortada en almíbar, muy suave, contrasta con el exceso de sabor en los demás platos y tal vez por esto llega a sentirse algo insípido.
Es muy bueno encontrar que la cuenta no trae incluida la propina, que por supuesto es voluntaria, y en la mayoría de restaurantes tienen la mala costumbre de incluirla. Pero lo que es una lástima es que en la Casa Mexicana no cuenten con el servicio de tarjeta de crédito, lo cual puede molestar a los clientes, especialmente los nuevos, menos mal que al lado se encuentran cajeros automáticos. Pero no dejar de ser un inconveniente.
Como dato curioso, para aquellos que disfrutan esta comida y se arriesgan a prepararla, en la vuelta de la esquina de la casa, tienen una pequeña tienda donde se pueden comprar diversos tipos de chiles mexicanos, tortillas frescas de maíz, tomatillos, moles, salsa roja y verde, que además siempre tienen en degustación con tostados y crujientes totopos.
Si todavía no se ha decidido por viajar a México y prefiere ahorrarse la engorrosa pedida de la visa, dese una vueltita por la Casa Mexicana y déjese llevar por el placer de una cocina llena de tradición y alejada de pretensiones y falsas vanidades.
Hasta la próxima mesa reservada.
Dirección: Calle 80 No. 14-08
Télefono: 2573407
Anotación: cuando se escribió este articulo en el 201o, la carta no traía descripción de los platos. Hoy en septiembre de 2012 ya los tiene, y es mucho más fácil antojarse, es lo único que ha cambiado porque de resto sigue tan rico como siempre.